23 dic 2013

(pensaba que hoy iba a llover)

tengo la piel abierta.
tengo la carne abierta.
tengo el cuerpo abierto.
hay una línea irregular que cruza mi piel y la separa en dos. hay una fracción espacio temporal que duele en mi pellejo. hay dos partes de mí que ahora no están unidas y antes sí. tengo un surco profundo que deja ver algo de entrañas, el final de la herida – donde la carne ya no se separa más – si tiras de la piel superficial hacia lados opuestos y echas un vistazo a la rojez de dentro. hay un color que no existe en mi piel. viene por dentro, y sólo ahora le da la luz, y aunque yo me lo imagino rojo siempre, de este rojo su constante, sé que la mayoría del tiempo no existe. porque los colores del interior de nuestro cuerpo no existen, ¿no? 
hay un pedazo de mi piel que se separa de sí mismo, y hay un pedazo de mí que tira de mi mano hasta trazar líneas un poco al azar, impulsivas como el rumor cardíaco, en este papel que resultan ser letras. en el rojo está el sentido, no sé si me explico.
tengo la piel abierta y tengo el papel escrito. es la misma cosa, ¿no?

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