3 ene 2012

Todos tenemos problemas.

El suyo, era el olvido. Recordaba una y otra vez, ya en su habitación, o de camino a casa, cómo se había olvidado en el asiento de aquel bar a cada pestañeo un poquito de amargura. La manera en que aquellas pupilas se habían clavado (más de una vez, y más de dos) en los gestos que hacían sus manos sobre el botellín de cerveza, y que hasta el blanco de aquellos ojos le observaba cuando se levantaba a la barra. El modo en el que por momentos sus latidos aumentaban y el instante en el que se convirtieron en un escuadrón atropellado e indeciso que sólo sabía mirar aquel cuello que se estiraba al mirar hacia atrás. Recordó, también, la ráfaga que parecía haber sido el choque de sus miradas, tan mínimo y tan magnético... Y se arrepintió. Se arrepintió porque ahora sólo quería (y podía) soñar.

2 comentarios:

  1. Me gusta, me gusta y me gusta.
    Me quedo aquí, por supuesto.
    Un beso
    (y acordes de guitarra)

    ResponderEliminar
  2. Me alegra que te haya gustado (:
    Besos y acordes para ti también!!

    ResponderEliminar