Aquel sonido... Tal vez estremecedor era la palabra, a juzgar por su piel erizada. Era como un viento suave, pero fuerte.
Pero en realidad, era como un timbre que sonaba antes de poner el ojo en la mirilla y ver quién espera al otro lado.
O quizá como el primer copo del invierno, ¿quién sabe?
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