La noche anterior, después de algunos remolinos en el pensamiento que atravesaban el pecho, el sueño sobornó a la cordura con más tempestades. Sólo que la oscuridad ahora era menos oscuridad, y ya el vacío no se la tragaba. Sólo el aire la mantenía ahí en medio, sólo era aire allí. ¿Sólo?
La noche anterior, entonces sólo cabían aquellos amaneceres en su fase rem. Amaneceres entre verde y azul, profundamente amaneceres.
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