6 oct 2012

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Estaba allí sentada, y se podía ver que tenía un libro entre las manos al que le había caído la desdicha de que unos ojos tan bonitos como los suyos no hicieran caso, enfrascados en sus pensamientos permaneciendo con la vista levantada hacia el paisaje.
  El autobús paró , y las puertas se abrieron ante mí, y alguien me dio un empujón con el hombro al pasar, y yo pude haber montado en ese momento, pero el conductor volvió a cerrar las puertas con desinterés y yo me quedé allí petrificado, y creí que me daba un infarto justo cuando en el momento en que el autobús iniciaba su marcha de nuevo, ella volvió la vista hacia mí.
  Pensé que pensaría que era un idiota, mirándola desde allí con ojitos de cordero degollado, como diría cualquiera, aunque en realidad eran ojisto de... ¿pero cómo se describe eso?

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