Frente a las tardes tediosas, ella es la que trata cada día como un libro nuevo, como una hoja seca justo en el momento antes de pisarla, cuando todavía puede ser crujiente, como un charco a pie de página.
Este es el camino que ella sigue hasta las ideas. Autumn, y las ideas.
Las ideas, las idas y las venidas.
Se tumba en la cama su cuerpo menudo, su pelo liso cubre las libretas que va dejando a las espaldas, las letras entrecortadas acunan su mirada. Todo parecía tan en calma. La inquietud estaba por dentro, rondaba las entrañas, acechaba cerca de la aorta.
Sus manos eran fuertes (jamás se habían cansado del mundo), y juguetean con una de las hojas que se habían colado por la ventana durante el huracán, hacía un rato. Le gustaba ponerle nombre de catástrofe natural a las cosas que pasaban en su adentro. Qué otra definición tienen, piensa mientras sujeta con ambas manos a la altura del abdomen la hoja más verde de todas.
En momentos así acuden a llamar a la puerta de su coraza algunas ideas. Le piden que salga a jugar, y vienen y le hablan. De las sombras que son mentira, le cuentan los secretos de la tinta, y a veces le susurran las anécdotas del viento.
Pero, sin embargo, a veces se tumba boca abajo o se curva sobre el escritorio. Entonces en su columna vertebral se columpian las ideas.
Pesan y le arañan los omóplatos, y aunque siempre se levante no puede evitar llorar cuando siente las ideas pasando la cuerda floja que recorre su espalda de arriba abajo, deslizándose aquí y allá siente los rasguños de la tormenta que ahí está, llueve y los retales de las hojas en movimiento se refugian en su memoria. Después, solo quedan reminiscencias de una catástrofe, y la espera de la calma.
Así se suceden sus días, entre ideas, idas y venidas.
El otoño acaba de empezar, y hace cosquillas en la piel. Suave. Temblad, células.
No hay comentarios:
Publicar un comentario